En busca de respeto como trabajadora sexual voluntaria, me di cuenta de que mi voz no era la única. Me sentí empoderada de conectarme con mis compañeras de trabajo, de compartir historias de escucha profunda y de celebrar nuestros logros. Cuando me enteré de que muchas de nosotras compartimos los mismos deseos y el mismo dolor, supe que debíamos hacer algo. Entonces comenzamos a organizarnos.